La prohibición de las drogas es un experimento social que no ha funcionado. No sólo no evita los riesgos asociados al uso de drogas, sino que añade males propios, inexistentes sin la prohibición: corrupción, adulteraciones, enriquecimiento de las mafias, criminalización de usuarios... ¿Por qué se perpetúa pues, universalmente, una política fallida y contraproducente? Bajo coartadas científicas se esconden, como en todas las represiones históricas, razones de orden moral, económico y geoestratégico. Este ensayo pretende desenmascarar los mitos y prejuicios que alimentan la prohibición, y mostrar la necesidad de regular la producción, comercio y consumo de las drogas ahora ilegales.